Cuanto tiempo quedarán mis sueños en la casa de los olvidos.
Al lado de la charla con los duendes de mi patio.
Atrás del espejo que era transparente
y dejaba ver las estrellas de cerquita.
Abajo de la trompeta sonriente.
En medio de las alas que me llevaban, pacientes, a un lugar donde me sintiera segura, aunque estuviese en el aire.
Y adentro del alma de un caballito de mar que cabalgaba, mimetizándose en un jardín de hortencias celestes, que olían a cielo.
Esperemos y no sean más de 4 o 5 minutitos.
Dedicado a una sirena, que su color favorito es el azul, pero el del profundo océano.