Diente de león funky

Una vez al año en Bragado,
los viejos dientes de león van a la peluquería
a hacerse la manicure,
y un batido en el pelo, impresionante.

Cuando llega el atardecer,
sacuden su blanca melena
al ritmo de alguna canción de James Brown,
mirando al sol, como su gran seguidor.

El sol, feliz del espectáculo
y fan de los afros canosos,
viste a las nubes de rojo,
y convierte todo en una gran pista de baile.

Tan eufórica es la danza,
los dientes de león pierden su pelo,
algunos dicen que es el viento envidioso,
que aprovecha su distracción para volárselo.

Pobres pelados dientes de león,
tendran que esperar otro año a que les crezca,
eso si no se cruzan con un niño antes,
que se los sople por un deseo.

FOTOS TOMADAS EN EL BARRIO MUDYNDA, BRAGADO, BS AS, ARGENTINA

El subastador Perejil

Perejil era un duende viejo.

Su barba era un césped blanco y dorado.

Sus ojos, dos, eran celestes.
Uno del color del cielo, uno del color del mar.

Y sus pelos, un transparente coral danzante.

Perejil era el único subastador del bosque, pero él no aceptaba dinero, sólo cobraba en fresas, que eran su adoración.

Llevaba 348 años haciéndolo.

Tenía muy buenas anécdotas.

Como la vez que le vendió al alce,
veinte potes de cera para lustrar cuernos,
y se los lustró tanto tanto, que deslumbró al sol,
y hubo dos días de noche.

O cuando le vendió a las hadas,
unas sábanas mágicas que revelaban verdades sublimes en sueños,
y durmiendo vieron que el silencio del agua,
era el sonido más puro y magnífico,
y luego le compraron equipos de buceo.

Y también, un día que les vendió a las luciérnagas,
filtros de muchos colores para sus luces
y armaron una fiesta a la que fue todo el bosque, incluso las estrellas,
que bajaron curiosas del cielo para ver tan hermoso espectáculo.
Y terminaron bailando con las luciérnagas,
haciendo el mejor show de fuegos no artificiales
que jamás se haya visto.

Pero hubo un día, que Perejil se cansó,
y decidió hacer su última venta,
y subastó su alma.

Fueron todas las criaturas del bosque,
todas de gran corazón, todas agradecidas con Perejil,
por tantos años de vender magia y travesuras.

Pero esta vez, nadie le compró.

Entre todos le regalaron una casita con techo de hongo,
construída en un árbol gigante de fresas, muy cerquita de las nubes,
llena de risas, llena de abrazos, y de colores,
para que pueda descansar feliz, en la eternidad.

Dicen que a veces, el viento sigue trayendo sus subastas,
pero convertidas en palabras de aliento,
para aquellos que creen perder su alma,
y se las regala sin costo alguno, ni siquiera una fresa.

La luna enamorada de ayer


colaboración con de lugano a la luna

El conejo de las orejas doradas

Nació bajo un sol de otoño,
cuando lloviznaba un rocío ocre.

Las gotitas llevaban pedacitos de rayos,
y las hojas cayendo le susurraban brillo al oído.

El abrió sus ojitos y lo primero que vió fue al viento,
un viento tan hermoso,
que tuvo que cerrarlos para poder también respirarlo.

Sintió como cada uno de los pelitos de sus orejas
se encendían y se apagaban,
para siempre volver a encenderse.

Ahora corre por el bosque en las noches,
jugando con las luciérnagas a las escondidas,
mientras va iluminando, los sueños de los enamorados.

Actividades de un hobbit en fin de semana


volar por carreteras durante horas
pasear focas
y abrazar sirenas

caminar entre cuadros y gatos de tela
comer pan con pedacitos de tormenta
y mirar sirenas

enseñarle a un gato gris a decir yo me quiero quedar
no peinarse y despeinar
y besar sirenas

volar en nudibranquios color vino
escuchar campanadas dementes y gotitas de lluvia
y acariciar sirenas

despertar nadando en un jardín de flores y con sed
no distinguir entre frío y caliente
y bañar sirenas

comprar dulces y jugar a ser vampiro
comer nubes con sabor a platano, y nieve con sabor a nube
y mirar sirenas

subir a un puente y echarse a volar
soñar entre luces rojas y luces ambar
y adorar sirenas

Leonor, la jirafa coqueta

La casa de los olvidos



Cuanto tiempo quedarán mis sueños en la casa de los olvidos.

Al lado de la charla con los duendes de mi patio.

Atrás del espejo que era transparente
y dejaba ver las estrellas de cerquita.

Abajo de la trompeta sonriente.

En medio de las alas que me llevaban, pacientes, a un lugar donde me sintiera segura, aunque estuviese en el aire.

Y adentro del alma de un caballito de mar que cabalgaba, mimetizándose en un jardín de hortencias celestes, que olían a cielo.

Esperemos y no sean más de 4 o 5 minutitos.

Dedicado a una sirena, que su color favorito es el azul, pero el del profundo océano.

Son cosas de pueblo

El rematador Perejil
La frente grande de Varela
La chancha López
El Super Dulce de Leche de San Martín
Va lindo si no se apaga
La Loca Julia
Las alpargatas de Don Manolo
El Jack con sorpresa de lo Regina
La Harley Davidson de Toto
Los patines de la Foca
Anita Pucciarelli Julita
Voy y vengo, dijo Zanella
Colgar las patas en el espigón
La vuelta del perro

Preciosa precisa


Luz era una niña extremadamente hermosa,
pero absolutamente exacta.

Cuando ella pasaba el smog se volvía una nube celeste que parecía cielo, el rugir de los coches en música disco, los ojos cansados de los oficinistas brillaban como bichitos de luz.
Pero ella no se daba cuenta, y solo contaba, contaba todo.

Hasta que un día, se produjo una coincidencia mágica.

Aroma a Tilo en un parque, un atardecer cobrizo, la risa de un bebé,
los suaves aleteos de unas mariposas,
un pajarito le tarareó al oído una canción de violines,
mientras ella tomaba un helado de fresas con crema.

En su mente, los números se volvieron formas
y se pintaron con los colores del arcoiris.

Y dejó de ser tan precisa y se volvió más preciosa.

Y le crecieron alas rosas.

Y se compró un pequeño acordeón y se subió a una nube.

Y así fué como Luz se puso una banda de rock con tres ángeles hippies que desertaron el cielo, pero no quieren estar en la tierra,
sabían tocar el harpa, la guitarra y la batería.

La Srita Impresionante · Capítulo 02 · Crema de enjuague

La Srita. Impresionante y Las Muñequitas Interplanetarias en Mechita, Feb 2001

Esa mañana mientras se bañaba, la Srita. Impresionante se masajeaba la cabeza con shampoo y dijo en voz alta: A la pucha, no tengo crema de enjuague!
No hay cosa que irrite más a la Srita. Impresionante, después de la idiotez, la falta de sentido común, la comida agridulce, las discusiones innecesarias, madrugar, y la gente que toma el elevador para bajar un piso, que quedarse sin crema de enjuague.

Asi que con la cabeza hecha una nube, se pone una toalla a modo de turbante, y sale algo perturbada.

Pensó en caminar, pero quería llegar a la tienda lo más pronto posible.
Toma las llaves de su coche, se sube al elevador para bajar los 5 pisos, y este se detiene en el primero, puta madre. Sube Marvin, para bajar un piso. Lo mira con ira a traves de la espuma, que ya se le escurre por los ojos.

Por qué no me enjuagué el shampoo, dijo para sus adentros.

Logra subir a su coche después de cruzarse con un señor que le quería vender una máquina quita pelusas de ombligo. Y ella pensó que hacia mucho que no se miraba el ombligo, que cosa rara el ombligo.

Cuando arranca su coche e intenta avanzar, se da cuenta que seguía detenida. Qué pasó?
Se baja del coche.

Uy.

Las llantas ponchadas.

Pero hay algo que la deja aún, más trémula de espanto, un periódico del día tirado en el piso, que anuncia que se acabó la crema de enguaje en el mundo.

Llegó el caos, dijo, el caos capilar, con qué nos vamos a desenredar!

No termina de decir desenredar, que hacen su aparición, las 4 muñequitas interplanetarias que tenía años sin verlas.
Después del saludo de rigor, de que ellas se reían del turbante de la Srita. Impresionante, de recordar viejas aventuras. La Srita. Impresionante les explica la situación.

Las muñequitas interplanetarias; Karla, Orion, Zan y Narda; cuchichean durante unos segundos y le dicen a la Srita. Impresionante que se quedara tranquila, que se enjuagara la cabeza porque le podía agarrar reuma y que iban a tardar un ratito con la solución que habían pensado.

La Srita. Impresionante regresa a su casa y se encuentra a la osa rosa envuelta en espuma y sentada con cara de se acabó la miel, en el medio del living.

Intentó tranquilizarla sin éxito y ve asomarse en su balcón, volando como colibríes a las muñequitas interplanetarias.

Cada una traía en sus manos algas brillantes.

Les pidieron que se lavaran la cabeza con ellas.

Esas algas se las habían regalado unas hermosas sirenas del mar de un sueño que tuvieron una noche, un sueño que siempre podían volver a soñar.

Así que no había de que preocuparse, sus cabellos siempre podían estar suaves y siempre podrían volar.

El cabello de todos los que podían soñar con sirenas y algas.

Cuidado, sirenas del mar y con cola de pez, si sueñas con las otras, te quedas sin pelo.

Los dientes del abuelo Valentín

Los dientes de mi abuelo Valentín
contaban cuentos desde un vaso con agua.

Yo esperaba a que todos estuviesen dormidos,
para encerrarme en el baño y escucharlos.

Había que prestar mucha atención y acercarse bastante,
Uds. saben lo complicado que puede ser hablar debajo del agua.

A veces repetía cuentos, como el del señor del restaurante que comía palillos, pensando que eran palitos de pan.
Ese era su preferido, tal vez porque tenía que ver con dientes
y con ingenuidad.

Otro era el de la estrella de mar que deseaba brillar en el cielo.
Ese le encantaba, tal vez porque tenía que ver con agua y con soñar.

Que fantásticos los dientes del abuelo Valentín,
los recuerdo y no dejo de sonreír.

Duende punk


Lo único que quería una chica, era bailar Raffaella Carrá.

Y lo hacía sola en su cuarto frío, y cuando ponía play,
además se ponía ventoso.

Sacudía la cabeza por horas y horas, y sus pelos rubios,
eran como rayos que encendían las noches.

Un duende punk del barrio, la observó durante muchos meses,
y una mañana la agarró del brazo y se la llevó a la tierra del ritmo.

Dejando como rastro, un espectacular en la Colonia Centro.

Los vecinos del lugar, dicen que a veces, la ven bailar.

El cazador

Estaba soñando con un campo, una tarde de invierno, donde se te congela hasta el orgullo.
Jugando con mi aliento y con el viento a que fumaba.
Disfrutaba del sol tibio, casi rosa, que me hacía sonreír.
Podía sentir el olor de los jazmines, tierno, aunque no era temporada.
Una mano áspera me guiaba entre árboles que hacían hoyos en el cielo.

Se escuchaban unos patos, no muy lejos.

Nos acercamos y los ví, eran luminosos, fundiéndose en el agua.
Seguí la mano y era mi papá, y mi papá era un cazador.
Me suelta para agarrar su escopeta y apuntarles.

Y dispara.

Cierro los ojos y desaparece el campo, el orgullo congelado, mi aliento, el sol rosa, los jazmines, los hoyos en el cielo, y mi sonrisa.
La explosión seguía, eterna.
Abro los ojos, tengo mucha bronca, y me despierto con los patos volados.
Y un papa impostor, atrapado en una pesadilla, sólo con su escopeta.

historia especial para la ardilla suicida

El beso de los zapatos azules


El está gastado en la punta, ella tiene el tacón torcido.
Desde su andar nocturno, florece la misma ilusión.

Un beso de pies chuecos.

Pero rara vez les tocará.

Sólo cuando su dueña se pare raro.
Pero este beso es corto, y un poco incómodo.
O sólo cuando en un descuido de madrugada, los deje frente a frente.
Esos besos seran sus favoritos. Los más prolongados. Y en soledad.

Ojalá y ocurra pronto, antes de que pasen de moda y tengan que vivir separados en el clóset.

La araña confundida

Un muchacho dijo:


tu pelo es el más bonito de todo el lugar,
el pelo se lo creyó, y esa noche soñó que era viento.

A la mañana siguiente despertó radiante y delirante,
y no se peinó.

La Srita. Impresionante · Capítulo 01 · Inundación


Parecía un amanecer tranquilo en la casa de la Srita. Impresionante, hasta que extendió su mano desde la cama a la mesita de noche, para apagar el despertador, y se dió cuenta que estaba nadando.
Abre los ojos y ve pasar por encima de su cabeza: una playera con la cara de Mario Baracus, un pez de cerámica multicolor, un acordeón, un libro para hablar japonés en 15 minutos, y pensó: "el esquite de anoche me pegó mal".
Pero la Srita. Impresionante es extremadamente astuta, y además confía plenamente en la Sra. que vende los esquites, entonces pensó nuevamente y gritó: "uba ibunbabióóóón!!"
Después del libro, pasó su antifaz y su traje de baño, se pone todo rápidamente y nada como perrito hasta la puerta.
Abre, pasa y cierra.
Entra en la habitación de su roomie, la osa rosa, y ve que está profundamente dormida.
Luego nada hasta la cocina, y un cardúmen de cucarachas de la manito, haciendo la coreografía del lago de los cisnes la saluda, y se burlan de ella.
La Srita. Impresionante se monta en cólera, y así cabalgando con los cabellos al agua, se dirije a la bodega de los alimentos de primera necesidad y se encuentra cara a cara con el problema.
Quinientas sesenta y cuatro botellas de agua bonafont de litro y medio abiertas.
Por suerte, estaban todas las tapitas.
Poco tiempo le quedaba.
Usando todos sus recursos, manos, ojos, boca, pies, ombligo, las tapa una a una, y poco a poco, el nivel de inundación va descendiendo.
Peligro controlado.
Toma aire y va chapoteando hasta la habitación de la osa rosa, que, gracias al cielo, seguía durmiendo.
Prende el secador de pelo a su máxima potencia y logra secar todo antes de que ella despierte.
Desayunaron huevos como cualquier otro día, la osa se extrañó de ese vapor que había en el ambiente y le contó que había tenido una pesadilla, que era un pez naranja atrapado en una pecera de la cual siempre quería salir, pero no podía. La Srita. Impresionante le dijo que no se preocupe, que ella era una osa rosa que vivía en libertad.
Pero sabía lo que había pasado, sabía quien había sido porque encontró, junto a las botellas, un palillo con restos de crepas, otra vez la bruja francesa del elevador.

Víctor Chavez no quiere vender



dedicado a margarita.
(hacer click en la foto para leer bien)

Hasta la reina del universo


extraña a su mamá,
que bueno que hoy llega.

Dos historias



Historia negativa: me regalaron una sonrisa en la esquina,
pero un señor con los zapatos lustrados la pisó.

Historia positiva: me regalaron una sonrisa en la esquina.
Y no se me despegó jamás.


Desde mi ventana



las gotitas de lluvia ven el mundo patas arriba, que afortunadas.


La Srita. Impresionante · presentación

Les presento a la Srita. Impresionante.
Ella no es una super heroína como cualquier otra, ella vela por la seguridad de su barrio, y está siempre prendida.
Ella no oculta su verdadera identidad, ella se llama la Srita. Impresionante, así dice en su identificación oficial.
Ella usa antifaz porque siempre tiene ojeras y es demasiado vanidosa, pero odia el maquillaje.
Vive con una osa rosa que conoció en un bar y su mejor amiga es una ardilla que además de ser vecina, vuela y se va de viaje con ella, lo único que llevan en las maletas son palmitos y vino.
También es coleccionista de risas y almanaques de bolsillo.
Ella no tiene muchos poderes. Dos o tres.
Se transporta es una siambretta y a veces usa gafas de sol cuando hay sol o cuando su antifaz le apreta mucho.
No tiene capa, porque ella es una capa.
Es la heroína de la colonia, del abarrotes, de la taquería, de la glorieta, de los problemas domésticos, de los nenes, de los cachorros.
Si en algún momento la necesitan, sólo tienen que repetir 3 veces ante su pantalla, "Srita. Impresionante, compadre, la cosa está que arde". Qué vendría a ser sinónimo de "estoy en el horno". Y si no tienen una pantalla cerca, pueden hacer el mismo procedimiento frente a cualquier electrodoméstico enchufado a la electricidad, o ante el mechudo, con las mechas hacia arriba.
Esten atentos, esto recién arranca.

Vírgenes desocupadas, se abrió una vacante




Las marionetas de la ventana


Emilio se fue a dormir la siesta ese sábado, como ya estaba entrenado.
Pero esta vez, y por primera vez en la cama de sus papás.
La habitación de ellos daba al patio de la casa. Cortinas blancas y semi transparentes, plegadas, que censuraban sutilmente y por franjas a la luz, como regulando, armonizando.
Se asomaba el verde del pasto, más intenso, menos intenso. Lo cortaba la pared blanca que daba al lavadero, con sus tres ventanitas exageradamente verticales y anti estéticas.
Emilio se fue quedando dormido, o por lo menos la sensación era muy parecida a las otras tardes de siesta.
Pero esta vez, algo rompió lo ideal, 5 marionetas pelijorras bailando igualito.
Tenían unos vestidos blancos con ribetes azul cielo de campo, y unos zapatos verdes limón, casi de payaso.
Sus pieles eran rosas, y tenían las mismas pecas.
Sus rizos de fuego, resortes desquiciados.
Y le bailaron un rato, mientras de fondo, la actividad en el patio era la de todas las tardes, unos mates calientes a la furia del sol.
Emilio voló, y se asustó. Y gritó con toda su fuerza.
Emilio tenía 4 años y algunos meses, y fue la primera vez que alguien no creyó en sus palabras.
Las marionetas aparecen de vez en cuando en su ventana, pero él las ignora.
Emilio no cree en su propia verdad, el cree en la verdad compartida.
Qué desperdicio de marionetas.