El conejo de las orejas doradas

Nació bajo un sol de otoño,
cuando lloviznaba un rocío ocre.

Las gotitas llevaban pedacitos de rayos,
y las hojas cayendo le susurraban brillo al oído.

El abrió sus ojitos y lo primero que vió fue al viento,
un viento tan hermoso,
que tuvo que cerrarlos para poder también respirarlo.

Sintió como cada uno de los pelitos de sus orejas
se encendían y se apagaban,
para siempre volver a encenderse.

Ahora corre por el bosque en las noches,
jugando con las luciérnagas a las escondidas,
mientras va iluminando, los sueños de los enamorados.